En la América tropical las plantas floridas adornan jardines, carreteras, avenidas, parques y plazas públicas de las ciudades y pueblos. En llanos y montañas se les puede encontrar silvestres en los más variados matices. Algunas son hierbas o enredaderas, pero también las hay pertenecientes a las clasificación de arbustos y árboles.
La etapa precolombina tuvo sus mejores exponentes de jardinería en los mayas, aztecas e incas, en correspondencia con el desarrollo de las tres más importantes civilizaciones que encontraron los ibéricos a su llegada a América; pero el inmediato intercambio entre los continentes facilitó la introducción de rosas, pensamientos, violetas y otras flores al Nuevo Mundo. Este proceso también tuvo lugar entre las islas antillanas, caribeñas y la América continental; es por eso que aunque entre las plantas de jardines hay algunas divergencias, son tantas las analogías totales, que puede establecerse una identificación. El clima suave, caracterizado por la ausencia de grandes diferencias térmicas y por una alta humedad relativa, con áreas de microclimas típicos en algunas zonas de los territorios caribeños, favorece el cultivo de múltiples variedades florales.
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