Es considerable la variedad de rosas existentes, tanto las que ha producido la naturaleza, como las logradas por los floricultores a través de sabios y prolongados cuidados e hibridaciones. Las podemos encontrar blancas, color rosa, rojas, amarillas; perfumadas y sin perfume, con espinas y sin ellas. La antepasada de todas:
la rosa silvestre, canina o escaramujo, que apreciamos en paseos a las montañas, es mucho más modesta: tiene sólo cinco pétalos de color rosado entre los cuales sobresalen los estambres amarillos y los pistilos en el centro. De esta flor se extrae una esencia muy apreciada en perfumería, mientras que el agua de rosas preparada con sus pétalos es recomendada para varios padecimientos
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